miércoles, 29 de octubre de 2014

Concurso Castelflorite

Buenas lectores,
como segundo ganador del concurso de cartelflorite tengo el placer de presentarles a Gema Madrid Martínez con su obra La arqueología tenía un precio. Espero que les guste, gracias.


LA ARQUEOLOGÍA TENÍA UN PRECIO

Querido Óscar ha sido usted seleccionado para participar en una campaña de excavación junto con otras 5 personas durante un mes. Entre ellas se escogerá a una para ofrecerle un trabajo definitivo con un suelto neto de 72000 euros al año, se alojará en un palacete en las afueras de Castelflorite el 01/07/2014 con todos los gastos pagados. Suerte.

Esa fue la carta que recibí, pensaba que me estaban tomando el pelo, pues no soy arqueólogo ni nada parecido,  solo un humilde carpintero en un pueblo llamado Semile. Aún así,  aquí estoy en Castelflorite,  dispuesto a cambiar mi martillo por un pico, ¿y todo para qué? Está claro, ganar el premio. El problema es que tengo otras cinco personas que buscan lo mismo que yo y la verdad es frustrante porque aquí todos en el hall del palacete parecen licenciados y triunfadores en la vida.


De repente,  aparece un hombre y nos dice que va a ser nuestro guía, el notas viste camiseta hawaiana con unos pantalones cortos beige y unas sandalias con calcetines, ¿puede haber algo más cutre? La verdad que un profesional no parece, pero con tal de ganar ese dinero como si me aparece Hitler con rastas, fumando porros y un monopatín.
Las presentaciones son cortas y distantes, ninguno quiere conocerse demasiado entre sí, para empezar no utilizamos nombres reales, aquí soy el número 5. El número 1 ha sido el primero en llegar, viste un sombrero gris y un traje azul que combinan perfectamente con sus ojos, la verdad es que parece extranjero. El número 2 es una chica de tez morena, castaña y con ojos marrones, llevaba un maletín y ha aparecido en plan abogada defensora de sí misma contando las razones por las que iba a ganar transmitiendo su experiencia en el campo de la arqueología. El número 3,  en contraposición con el número 2,  es una chica rubia que parece una barbie, ha venido maquillada como una puerta y con las uñas perfectamente hechas, estoy seguro de que esa no ha cogido un pico en su vida y que es una niña de papá y mamá, según ha aparecido se ha puesto a ligar con el número 1, ya que hablaba de que sus pechos eran naturales y que si quería en la intimidad podría tocarlos. El número 4 es otra chica, esta parece la más normal, viene en vaqueros y con una camiseta de tirantes aunque se la nota reservada no ha hablado con nadie y cuando la he preguntado sobre dónde venía me ha sonreído, acto seguido ha señalado su reloj y se ha girado. El número 5 ya sabéis quién es; un joven carpintero que le hace falta pasta para sobrevivir a esta puta crisis y así viajar por todo el mundo en su jet privado acompañado de mujeres de pasarela. El número 6 es un hombre de unos 70 años que nadie sabe muy bien que pinta, de lo único que ha hablado ha sido de enfermedades y pastillas… vamos que los pechos de la barbie son mucho más interesantes que esa banal conversación.
El arqueólogo se hace llamar Hugo Chatis y nos dice que tenemos que estar a las 7 de la  mañana en el yacimiento,  y así se hace. Como claramente hay una competición no hablada cada uno quiere ser el preferido de Hugo Chatis: quieren ser los primeros en llegar, los primeros en excavar, los primeros que reciban un cumplido, los primeros en ponerse de rodillas y todo por disfrutar de unas vacaciones en las islas Fiji sin mover casi un dedo. A las 7 de la mañana todos peleamos por ser los primeros en llegar al yacimiento y para ellos subimos una colina casi inaccesible a ella, parece ser que el número 6 está bastante en forma y llega el primero.  Cuando por fin llegamos todos, Hugo Chatis nos pone a trabajar a cada uno en un sondeo diferente, solo que elegimos nosotros dónde abrirlo. Todo el mundo comienza a inspeccionar la zona para ver si tienen suerte y logran descubrir el legendario castillo, sin embargo yo como no tengo ni idea, abro sondeo en el primer sitio que veo a la sombra. La número 4 se pone a mi lado, me sonríe pero no cruza palabra.
Acabamos agotados, hemos bajado todos como mínimo un metro sin llegar a la roca madre y nadie ha encontrado nada. Al día siguiente utilizamos la misma mecánica solo que cuando subimos no encontramos a Hugo Chatis allí, así que justo cuando la número 3 visita su sondeo suelta un grito espantoso que hace que nos volvamos y miremos. Hugo Chatis está muerto y no se sabe muy bien si es porque se ahogó en su propia sangre o por la piqueta que tiene clavada en el cráneo, lo que sí que se sabe es que queremos nuestro premio.
La primera que habla es la número 2; ¿qué hacemos ahora? Es tan predecible esa frase que al parecer  el número 1 ya tenía la respuesta pensada desde hace tiempo, así que contesta que hacer lo que nos habían mandado. El número 6 me acusa de culpable por haber dado un paseo a las 3 de la mañana, solo que yo sé que no he sido, así que acuso a la número 2 de desaparecer 5 horas sobre las 6 de la tarde, ella acusa al número 1 y 3 por haber desaparecido juntos una hora y estos a su vez culpan al número 6 de que podía haberlo hecho a la hora que se tomó el café. Nadie culpa a la número 4 y ella tampoco acusa a nadie.
Al parecer somos todos culpables hasta que se demuestre lo contrario, una vez en el palacete el número 1 dice miren allá arriba justo en la boca del jabalí, allí estaba en el salón principal y en la boca se observa una cámara. La número 2 comenta que todo esto es un juego para saber quién es el que realmente se merece el premio y no abandona su tarea, sin embargo la número 3 decide abandonar y conforme sale del palacete con las maletas hechas la pegan un tiro en la frente.
En el palacete estábamos todos, o sea que ha tenido que ser uno de fuera, la número 4 me señala arriba con el dedo pero no cruza palabra. Pienso que si me voy me matan y que realmente me están grabando, la cuestión es que tengo que sobrevivir, este juego ya no se trata de ganar. Durante la cena todo el mundo anda callado hasta que el número 1 coge un cuchillo y se lo clava en la pierna al número 6, total el viejo no durará mucho comenta mientras su compañero se retuerce de dolor, lo que no sabía es que este le devolvería el gesto dándole con la silla y partiéndole el cuello. Hasta nunca parejita insoportable pienso pues la número 3 y el 1 ya no están entre nosotros, nos vemos en el infierno.
Pasan unos días y seguimos subiendo al yacimiento, ya empiezan a aparecer estructuras, aunque cada día nos cansamos más y esto parece una casa de locos. La número 2 comenta que ha encontrado algo importante y por ser tan bocazas o porque ella lo quiso así la zorra del maletín aparece muerta en la bañera por electrocutarse por poner el radiocasete.
Quedamos 3, y lo que está claro es que el premio se acerca y la tensión aumenta, nadie piensa que la número 2 se haya suicidado pero todos nos alegramos, una menos, además nos aburría contándonos la cantidad de cosas que había hecho, más larga que la lista de Schindler.
La número 4 sigue sin hablar y la realidad la he perdido, no sé quién mata a quién, pero aquí todos somos culpables del gran secreto que se guarda. Me harto y le comento a la número 4 por qué no habla y ella me señala la boca, le digo que si es muda e inmediatamente afirma con la cabeza. Esa misma  noche no puedo dormir pensando en gestos que me hizo, al día siguiente le miro el reloj y veo que pone Bélgica, ya está contestada la primera pregunta que la hice pero… ¿ y lo del techo? Investigo cuando ellos se van al yacimiento, finjo estar enfermo y a nadie le importa, miro en el piso de arriba y justo ahí en el techo hallo una trampilla y la abro, subo las escaleras y me encuentro en el tejado. Todo el rato ha sido alguien de nosotros, por eso pudo disparar a la rubia cuando ya había salido de la casa pero sin sospechas, entró en la habitación del número 6, puto viejo pienso tiene armas y estaba bien preparado, nos iba a matar a todos desde el p
rincipio, al parecer el cabrón era miembro de joven de no sé qué puta mafia según unos papeles que había por ahí. La número 4 está ya muerta, ha subido  con él a solas aunque probablemente sospechase desde el principio del viejo.
Me preparo para la llegada en el gran salón armado con una pistola que tomé prestada del número 6 y cuando llega lo disparo sin más. Todo se ha acabado pienso, he ganado… pero aquí no aparece nadie, miro la cámara del jabalí que en realidad era de cartón con una luz roja en un lado. Nadie nos había estado espiando y nadie por supuesto me va a dar el premio, hemos sido todos culpables de la locura y paranoia del dinero que, efectivamente, cambia a las personas y a veces incluso puede convertirte en asesino.
Camino hacia el yacimiento y ahí me la encuentro a la número 4 tirada como una colilla en su sondeo como si durmiese, algo raro veo, la tapa de un baúl, lo desentierro y encuentro dinero, mucho, más del que os podáis imaginar, ahora mismo ni siquiera existe una cifra con tantos ceros como para nombrarla. Lo vuelvo a enterrar, hasta que se me ocurra la forma de guardármelo e irme lejos con ese gran regalo divino. Lo que no esperaba es que al bajar el yacimiento me iba a encontrar con 6 furgones de la policía. Lógicamente me arrestan y me encarcelan durante años, muchos años… y aquí estoy en la cárcel viendo a mis compañeros,  la número 4 en un rincón sonriendo y la número 3 levantándose la camiseta. No he podido demostrar nada, ni siquiera he encontrado la carta, lo que sí sé es que en cuanto salga de aquí, si no muero antes de viejo volveré a Castelflorite a recuperar el baúl y rememorar ese mes de infierno y paranoia que me perseguirá durante toda mi vida.

Gemma Madrid Martínez.

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