como segundo ganador del concurso de cartelflorite tengo el placer de presentarles a Gema Madrid Martínez con su obra La arqueología tenía un precio. Espero que les guste, gracias.
LA ARQUEOLOGÍA TENÍA UN PRECIO
Querido Óscar ha sido usted seleccionado para
participar en una campaña de excavación junto con otras 5 personas durante un
mes. Entre ellas se escogerá a una para ofrecerle un trabajo definitivo con un
suelto neto de 72000 euros al año, se alojará en un palacete en las afueras de
Castelflorite el 01/07/2014 con todos los gastos pagados. Suerte.
Esa fue la carta que recibí, pensaba que me estaban tomando el pelo, pues
no soy arqueólogo ni nada parecido, solo
un humilde carpintero en un pueblo llamado Semile. Aún así, aquí estoy en Castelflorite, dispuesto a cambiar mi martillo por un pico,
¿y todo para qué? Está claro, ganar el premio. El problema es que tengo otras
cinco personas que buscan lo mismo que yo y la verdad es frustrante porque aquí
todos en el hall del palacete parecen licenciados y triunfadores en la vida.
LA ARQUEOLOGÍA TENÍA UN PRECIO
Querido Óscar ha sido usted seleccionado para
participar en una campaña de excavación junto con otras 5 personas durante un
mes. Entre ellas se escogerá a una para ofrecerle un trabajo definitivo con un
suelto neto de 72000 euros al año, se alojará en un palacete en las afueras de
Castelflorite el 01/07/2014 con todos los gastos pagados. Suerte.
Esa fue la carta que recibí, pensaba que me estaban tomando el pelo, pues
no soy arqueólogo ni nada parecido, solo
un humilde carpintero en un pueblo llamado Semile. Aún así, aquí estoy en Castelflorite, dispuesto a cambiar mi martillo por un pico,
¿y todo para qué? Está claro, ganar el premio. El problema es que tengo otras
cinco personas que buscan lo mismo que yo y la verdad es frustrante porque aquí
todos en el hall del palacete parecen licenciados y triunfadores en la vida.
De
repente, aparece un hombre y nos dice
que va a ser nuestro guía, el notas viste camiseta hawaiana con unos pantalones
cortos beige y unas sandalias con calcetines, ¿puede haber algo más cutre? La
verdad que un profesional no parece, pero con tal de ganar ese dinero como si
me aparece Hitler con rastas, fumando porros y un monopatín.
Las
presentaciones son cortas y distantes, ninguno quiere conocerse demasiado entre
sí, para empezar no utilizamos nombres reales, aquí soy el número 5. El número
1 ha sido el primero en llegar, viste un sombrero gris y un traje azul que
combinan perfectamente con sus ojos, la verdad es que parece extranjero. El
número 2 es una chica de tez morena, castaña y con ojos marrones, llevaba un
maletín y ha aparecido en plan abogada defensora de sí misma contando las
razones por las que iba a ganar transmitiendo su experiencia en el campo de la
arqueología. El número 3, en
contraposición con el número 2, es una
chica rubia que parece una barbie, ha venido maquillada como una puerta y con
las uñas perfectamente hechas, estoy seguro de que esa no ha cogido un pico en
su vida y que es una niña de papá y mamá, según ha aparecido se ha puesto a
ligar con el número 1, ya que hablaba de que sus pechos eran naturales y que si
quería en la intimidad podría tocarlos. El número 4 es otra chica, esta parece
la más normal, viene en vaqueros y con una camiseta de tirantes aunque se la
nota reservada no ha hablado con nadie y cuando la he preguntado sobre dónde
venía me ha sonreído, acto seguido ha señalado su reloj y se ha girado. El
número 5 ya sabéis quién es; un joven carpintero que le hace falta pasta para
sobrevivir a esta puta crisis y así viajar por todo el mundo en su jet privado
acompañado de mujeres de pasarela. El número 6 es un hombre de unos 70 años que
nadie sabe muy bien que pinta, de lo único que ha hablado ha sido de
enfermedades y pastillas… vamos que los pechos de la barbie son mucho más
interesantes que esa banal conversación.
El
arqueólogo se hace llamar Hugo Chatis y nos dice que tenemos que estar a las 7
de la mañana en el yacimiento, y así se hace. Como claramente hay una
competición no hablada cada uno quiere ser el preferido de Hugo Chatis: quieren
ser los primeros en llegar, los primeros en excavar, los primeros que reciban
un cumplido, los primeros en ponerse de rodillas y todo por disfrutar de unas
vacaciones en las islas Fiji sin mover casi un dedo. A las 7 de la mañana todos
peleamos por ser los primeros en llegar al yacimiento y para ellos subimos una
colina casi inaccesible a ella, parece ser que el número 6 está bastante en
forma y llega el primero. Cuando por fin
llegamos todos, Hugo Chatis nos pone a trabajar a cada uno en un sondeo
diferente, solo que elegimos nosotros dónde abrirlo. Todo el mundo comienza a
inspeccionar la zona para ver si tienen suerte y logran descubrir el legendario
castillo, sin embargo yo como no tengo ni idea, abro sondeo en el primer sitio
que veo a la sombra. La número 4 se pone a mi lado, me sonríe pero no cruza
palabra.
Acabamos
agotados, hemos bajado todos como mínimo un metro sin llegar a la roca madre y
nadie ha encontrado nada. Al día siguiente utilizamos la misma mecánica solo
que cuando subimos no encontramos a Hugo Chatis allí, así que justo cuando la
número 3 visita su sondeo suelta un grito espantoso que hace que nos volvamos y
miremos. Hugo Chatis está muerto y no se sabe muy bien si es porque se ahogó en
su propia sangre o por la piqueta que tiene clavada en el cráneo, lo que sí que
se sabe es que queremos nuestro premio.
La
primera que habla es la número 2; ¿qué hacemos ahora? Es tan predecible esa
frase que al parecer el número 1 ya
tenía la respuesta pensada desde hace tiempo, así que contesta que hacer lo que
nos habían mandado. El número 6 me acusa de culpable por haber dado un paseo a
las 3 de la mañana, solo que yo sé que no he sido, así que acuso a la número 2
de desaparecer 5 horas sobre las 6 de la tarde, ella acusa al número 1 y 3 por haber
desaparecido juntos una hora y estos a su vez culpan al número 6 de que podía
haberlo hecho a la hora que se tomó el café. Nadie culpa a la número 4 y ella
tampoco acusa a nadie.
Al
parecer somos todos culpables hasta que se demuestre lo contrario, una vez en
el palacete el número 1 dice miren allá arriba justo en la boca del jabalí,
allí estaba en el salón principal y en la boca se observa una cámara. La número
2 comenta que todo esto es un juego para saber quién es el que realmente se
merece el premio y no abandona su tarea, sin embargo la número 3 decide
abandonar y conforme sale del palacete con las maletas hechas la pegan un tiro
en la frente.
En
el palacete estábamos todos, o sea que ha tenido que ser uno de fuera, la
número 4 me señala arriba con el dedo pero no cruza palabra. Pienso que si me
voy me matan y que realmente me están grabando, la cuestión es que tengo que
sobrevivir, este juego ya no se trata de ganar. Durante la cena todo el mundo
anda callado hasta que el número 1 coge un cuchillo y se lo clava en la pierna
al número 6, total el viejo no durará mucho comenta mientras su compañero se retuerce
de dolor, lo que no sabía es que este le devolvería el gesto dándole con la
silla y partiéndole el cuello. Hasta nunca parejita insoportable pienso pues la
número 3 y el 1 ya no están entre nosotros, nos vemos en el infierno.
Pasan
unos días y seguimos subiendo al yacimiento, ya empiezan a aparecer
estructuras, aunque cada día nos cansamos más y esto parece una casa de locos.
La número 2 comenta que ha encontrado algo importante y por ser tan bocazas o
porque ella lo quiso así la zorra del maletín aparece muerta en la bañera por
electrocutarse por poner el radiocasete.
Quedamos
3, y lo que está claro es que el premio se acerca y la tensión aumenta, nadie
piensa que la número 2 se haya suicidado pero todos nos alegramos, una menos,
además nos aburría contándonos la cantidad de cosas que había hecho, más larga
que la lista de Schindler.
La
número 4 sigue sin hablar y la realidad la he perdido, no sé quién mata a
quién, pero aquí todos somos culpables del gran secreto que se guarda. Me harto
y le comento a la número 4 por qué no habla y ella me señala la boca, le digo
que si es muda e inmediatamente afirma con la cabeza. Esa misma noche no puedo dormir pensando en gestos que
me hizo, al día siguiente le miro el reloj y veo que pone Bélgica, ya está
contestada la primera pregunta que la hice pero… ¿ y lo del techo? Investigo
cuando ellos se van al yacimiento, finjo estar enfermo y a nadie le importa, miro
en el piso de arriba y justo ahí en el techo hallo una trampilla y la abro,
subo las escaleras y me encuentro en el tejado. Todo el rato ha sido alguien de
nosotros, por eso pudo disparar a la rubia cuando ya había salido de la casa
pero sin sospechas, entró en la habitación del número 6, puto viejo pienso
tiene armas y estaba bien preparado, nos iba a matar a todos desde el
p
rincipio, al parecer el cabrón era miembro de joven de no sé qué puta mafia
según unos papeles que había por ahí. La número 4 está ya muerta, ha
subido con él a solas aunque
probablemente sospechase desde el principio del viejo.
Me
preparo para la llegada en el gran salón armado con una pistola que tomé prestada
del número 6 y cuando llega lo disparo sin más. Todo se ha acabado pienso, he
ganado… pero aquí no aparece nadie, miro la cámara del jabalí que en realidad
era de cartón con una luz roja en un lado. Nadie nos había estado espiando y
nadie por supuesto me va a dar el premio, hemos sido todos culpables de la
locura y paranoia del dinero que, efectivamente, cambia a las personas y a
veces incluso puede convertirte en asesino.
Camino
hacia el yacimiento y ahí me la encuentro a la número 4 tirada como una colilla
en su sondeo como si durmiese, algo raro veo, la tapa de un baúl, lo
desentierro y encuentro dinero, mucho, más del que os podáis imaginar, ahora
mismo ni siquiera existe una cifra con tantos ceros como para nombrarla. Lo
vuelvo a enterrar, hasta que se me ocurra la forma de guardármelo e irme lejos
con ese gran regalo divino. Lo que no esperaba es que al bajar el yacimiento me
iba a encontrar con 6 furgones de la policía. Lógicamente me arrestan y me
encarcelan durante años, muchos años… y aquí estoy en la cárcel viendo a mis
compañeros, la número 4 en un rincón
sonriendo y la número 3 levantándose la camiseta. No he podido demostrar nada,
ni siquiera he encontrado la carta, lo que sí sé es que en cuanto salga de aquí,
si no muero antes de viejo volveré a Castelflorite a recuperar el baúl y
rememorar ese mes de infierno y paranoia que me perseguirá durante toda mi
vida.
Gemma
Madrid Martínez.
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